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HISTORIA DE TERROR "CAJITAS"

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Lucy tuvo dos hijos: Alexei y Alondra. La niña cuando nació nunca pudo conocer a su padre ya que a los once días de nacida, el padre murió de forma trágica. Como yo tenía una relación muy cercana a ella, yo pasaba por sus hijos a la escuela, ella era maestra; así que era complicado que los atendiera, esa tarea recaía en mí.

Alex fue muy unido a mí, siempre me vio como una segunda madre y yo como a un hijo. En aquel tiempo asistía a la universidad y al medio día que salía me iba por él y la niña se quedaba con su mamá ya que era aun lactante. Nuestra vida tomaba un buen rumbo. Sin embargo las cosas tomaron un camino extraño el día que Lucy se involucra con un maestro que era practicante de un templo espiritista.
 Hacía meses que había superado lo de Doña Panchita y tenía muchas reservas sobre el tema de los espíritus, por todo lo que había visto durante el servicio que presté a la médium y no me gustaba esa relación para Lucy, además muchos miembros de la familia incluyéndome, teníamos sensibilidad para ese tipo de “dones”; clarisentencia, clariaudiencia y clarividencia. Mis dos sobrinos podía “ver” animas y descarnados en lugares insospechados, yo podía ver y escuchar con mucha claridad; pero en menor medida, aunque siempre me dijeron que si controlaba mis “dones” podría incluso predecir desgracias, nunca me gustó nada de eso y siempre decia “no”. 
A pesar de mis advertencias ella manifestó que le gustaba de participar en esas prácticas, así que se metió y durante algún tiempo no pasó gran cosa; pero yo vivía con esa incertidumbre de que en cualquier momento algo se saliera de control o que algún espíritu inmundo invadiera nuestra vida y no estaba equivocada.
La primera en manifestar la clarisentencia fue mi prima Alondra, había cumplido 3 años y era costumbre leerle cuentos para entretenerla. Yo le leía “La mil y una noches” todo iba bien hasta que una noche muy segura comenzó a decirme que el genio la quería abrazar y que el genio le cantaba canciones durante la noche para que durmiera. Yo algo inocente pensaba que el genio al que se refería era el de Aladino.
 Pasaron días así sin que me causara alguna emoción de extrañeza. Nosotros en mi familia no teníamos fotografías ni acostumbrábamos a ponerlas en cuadros porque crecimos con la idea de que una foto te roba el alma y no era algo que nos llamara la atención hacerlo; pero Lucy guardaba recuerdos en un viejo álbum familiar que no conocía y un día la niña comenzó a preguntar por su papá, no lo conocía y le entró la curiosidad por saber cómo era. Así que Lucy sacó el álbum de una vieja cómoda y comenzó a buscar fotos del padre de Alondra. Hojeó entre fotos borrosas y descoloridas hasta que la niña vio la foto de su papá y exclamó frenéticamente, con mucha emoción, señalando una de las fotografías.
–¡Este es el genio, este el genio!
Lucy y yo nos miramos con sorpresa; pero antes de que pudiera decir algo, cerró el álbum y no comentó nada más. Aunque ahora que lo pienso la niña pudo traer a su papá de entre los muertos. Luego de eso hubo muchas ocasiones en las que ella me contaba acerca de sus experiencias con el maestro y sus reuniones, ella iba cada tercer día a esa congregación y cada que llegaba me contaba muchas situaciones increíbles y hasta fantásticas; pero dadas las cosas que habíamos pasado, no se me hacia descabellado ni siquiera raro, para mi esas cosas eran hasta habituales. Yo solo escuchaba como hablaba de una medium que hacia contacto con los muertos y no evitaba pensar en Panchita. 
Era claro que había algo que nos conducía irremediablemente a ese camino de algún modo.
Sucedió que cierta tarde tuve que pasar por los niños al lugar donde se reunía Lucy con el maestro y los demás miembros. Al llegar vi que los niños jugaban y yo decidí esperar a Lucy a que saliera de su reunión, en eso salió el maestro con un rostro sonriente y me invitó a participar de aquello. Al principio estaba renuente en entrar; pero me ganó la curiosidad de querer hacerlo. Entonces pasé a lo que llamaban “el templo” después de las cortinas, 
vi que habían muchas personas congregadas en una especie de sala de culto en donde al fondo parecía estar una persona haciendo alguna clase de rito, era unas 30 personas las que había ahí, y la supuesta medium era una señora un poco mayor , que tenía los ojos idos y temblaba extrañamente, supuse que estaba en un tipo de trance o era la “cajita” de algún ánima, esperaba que empezara a hablar con voz masculina y dijera algo que nadie esperaba; pero en vez de eso la señora se levantó y con los ojos en blanco se dirigió a mí, eso hizo que me pusiera tensa y atenta a lo que me iba a decir.
Yo sin saber qué hacer, dirigí la mirada a Lucy y ella haciendo un ademán me sugirió hacer lo que decía la señora. Yo con algo de renuencia decidí seguir el juego y extendí mi mano para tomar el supuesto diamante. Al hacer eso comencé a sentir sueño y un cosquilleo en las piernas, luego me quedé sentada en una de las bancas y todos continuaron con lo que hacían, luego nada.
El sueño y la obscuridad de mi mente de pronto se marcharon y al abrir mis ojos estaba sentada en medio del gentío y amarrada en una silla, sin poder comprender que sucedía, mi cabeza trataba de recordar cómo es que había llegado a esa posición, comencé a preguntar molesta porque me tenían amarrada, le grité a Lucy que quitara los amarres y de que trataba todo eso.
 Todas las personas a mi alrededor me veía con miedo, algunas con morbo, otras con curiosidad, mi tía con preocupación y la señora médium solo me observaba con un rostro inexpresivo. Quería respuestas, entonces el maestro se acercó y me dijo algo que me inquieto de sobremanera, la explicación fue que el supuesto “diamante” que me entregó la señora fue para abrirme el canal de mi cerebro para entrar en contacto con los espíritus, entonces él tomó mi mano y me la condujo a la parte trasera de mi cabeza ahí sentí un hueco profundo, algo inusual, no recordaba o desde cuando tenía ese hueco; pero lo sentía más hundido en mi cráneo.
–El problema es que al abrir ese canal, solo bajaron demonios y te logramos sacar 15 que hablaron a través de ti. –Repuso el maestro.
Yo sin poder creer lo que me decía, sentí nauseas y una inmensas ganas de salir de ahí corriendo, suplique que me liberaran y mientras el maestro lo hacía, las demás personas mi miraban con cautela. Cuando por fin salimos de ahí, yo me sentía agotada y enferma. Le dije a Lucy que nunca más volvería a entrar en ese lugar. Pasaron los días y no sucedió nada extraordinario, aunque intuía que mi tía se guardó muchas cosas sobre ese evento.
 Como yo iba a visitar a mis padres un par de veces por semana. Una tardé aborde un camión y me baje en el puente de Benito Juárez, que cruzaba el río Atoyac, aun el sol alumbraba, había que caminar una vereda de tierra amarilla que se extendía por unas cinco bloques grandes sobre un terreno que había pertenecido al rastro municipal y donde ahora se levantaba una barda a lo largo de la URSE (Universidad Regional del Sureste) el camino estaba rodeado de carrizales y casi nunca veía a nadie rondar por ese lugar. Venía sumida en mis pensamientos y no me percaté que a lo lejos se escuchaban unos pasos hundirse en la arena. Cuando por fin caí en la cuenta que eran pisadas presurosas que iban hacía a mí.
 Las escuché más cerca y más de golpe. Eso me hizo voltear y lo primero que vi fue a un joven moreno, que tenía unas facciones extrañas con una sonrisa un tanto morbosa. Antes de que pudiera darme cuenta vi que hizo el intento por abrazarme, al que me hice hacia atrás en una posición de defensa. Le pregunte qué era lo que deseaba y no dejaba de mostrar esa sonrisilla molesta. El momento de tensión duró un rato y cuando por fin ese joven extraño habló fue para preguntar si por ahí pasaba algún camión que lo dejara cerca del cementerio. Le dije que a unos pasos pasaba en “Carmen-Panteón” ese lo dejaba en la entrada. Hizo una mueca de agradecimiento y siguió su andar sin dejar de sonreírse, yo caminé despacio para verlo alejarse y al dar la vuelta en la esquina de la barda desapareció.
Aun inquieta seguí caminando lentamente y vigilando mis espaldas. Cuando doy la vuelta en la esquina vi con extrañeza que estaban Lucy, el maestro y su esposa esperándome. Al verme corrieron a mi encuentro y m miraron de pies a cabeza, preguntándome si estaba bien. Le contesté que si y les platiqué sobre el muchacho raro y si no lo habían visto a lo que ellos afirmaron que no. Era imposible que no lo vieran, se hubieran topado con él al dar la vuelta. En ese momento el maestro algo atribulado me dijo que Alexei ( el hijo de mi tía Lucy, empezó a desarrollar habilidades de medium al asistir a este grupo) entró en un trance y preocupado afirmó que un demonio acababa de hacerse presente y que quería llevarme. El asustado pidió que vinieran en mi auxilio.
 Por eso vinieron a encontrarme; pero solo me habían visto a mí a ninguna otra persona y en efecto la calle estaba desierta. Hicieron conjuros raros y parecían “limpiar” el aire con movimientos aun más raros como si tuvieran machetes “invisibles” todo eso me parecía raro y hasta gracioso; pero ellos en verdad estaban muy preocupados por mí, a la tarde siguiente de nueva cuenta tuve que ir con mis padres y luego de bajar del camión y tomar unas escaleras, vi que había muchas personas reunidas como en un pequeño parque, eran estudiantes de URSE. Me seguí por el camino de tierra y vi a lo lejos un auto lujoso estacionado y al parecer había una pareja dentro. Eso me hizo sentir algo de confianza y seguí caminando rápido hacia la casa de mis padres. Pero antes de que pudiera llegar al auto, de improviso me sale el joven del día anterior por un lado del camino; pero esta vez me enfrentó y me dijo algo que hizo que me pusiera a temblar.
“¿Por qué me tienes miedo?, Pídeme lo que quieras…” Exclamó con su habitual sonrisa morbosa.
Yo miré a todos lados para pedir ayuda y el tipo comenzó a acercarse lentamente tocando la barda con el dedo. Sentí un pánico tan grande que lo único que hice fue decirle que en nombre de Jesucristo se alejara de mi. En ese momento mostro su verdadero rostro, era pura maldad. Su boca eran un par de hileras de dientes pequeños con grandes encías negras que sonreían, y sus ojos eran un par de canicas negras; brillantes y perturbadores. Sin saber que hacer corrí hacia donde estaba la pareja y antes de que pudiera reaccionar el joven desapareció de mi vista. Pensé en darle la vuelta a la universidad para llegar por otro lado y cuando lo iba a hacer, ya tenía al joven de nueva cuenta frente a mí.
 Era imposible, ¿Como se había movido tan rápido y sin que me diera cuenta?. De nuevo me dijo que le pidiera lo que quisiera. Yo en tono molesto y enfrentándolo le dije determinada que no quería nada. Viéndome con desprecio el joven se dio la media vuelta y se perdió en el camino no sin antes decirme que me estaría esperando. Mis piernas temblaban y quería llorar, me apoyé en la barda y seguí mi camino. Casi llegando a la casa de mis padres, estaba el maestro y Lucy esperándome. Les platiqué lo sucedido y ellos dijeron que habían estado orando para debilitar al ser obscuro. Pero que no me podía desentender de todo eso, era importante para mi desarrollar mis dones para poder hacerle frente a lo que me acosaba. Yo renuente me negué a involucrarme mas en todo aquello. No terminé de decir eso cuando comencé a ver todo negro y me perdí completamente.
Al despertar estaba de nueva cuenta en el “templo” y amarrada a una silla. Esta vez el maestro me indicó que me habían sacado más “demonios” que al desmayarme caí en un trance muy profundo y al no poder controlarlo deje “abierta la puerta” para que estos entraran. Yo no podía creer lo que me decía y me sentí furiosa por estar de nuevo amarrada a una silla y porque Lucy lo permitió, no acababa de pensar en ello cuando vi algo extraño en la realidad, eran como sombras difuminadas que iban y venían por todo el cuarto.
 Me inquieté por que no estaba en trance o algo por estilo y podía ver esas cosas que acechaban a las personas que estaban ahí cuando vi que uno de esos “espejismos” iban a tocar a Lucy comencé a gritar espantada para que no la tocaran, ella saltó de su silla y el maestro comenzó a echar en el nombre de Dios, amoniaco para ahuyentar a esos seres. El olor era penetrante; pero parecía funcionar por que aquellas cosas comenzaron a danzar por todos lados.
En unos instantes y luego de una extraña lucha entre el maestro y los acechadores, vi surgir otra aun mas grande y larga de las sombras, era como una especie de serpiente que se arrastraba y se erguía para dejar ver que estaba furiosa y venia por mí. Para ese momento Lucy me había quitado las ataduras y me abrazaba asustada, yo igual estaba temerosa y desconcertada por todas esas cosas que veía con mis ojos. En ese momento le indico al maestro que echara amoniaco a donde estaba esa serpiente; pero era inútil. Yo escuchaba gruñidos horribles en el ambiente, cosas que los demás no podían ver o escuchar. Cuando pensé que esa cosa se me iba a meter, cerré mis ojos y escuché en mi cabeza una voz muy dulce que decía:
“Defiéndete, usa tus armas…”
En ese momento yo imagine estar rodeada de ángeles con espadas y lanzas, oré pidiendo por su ayuda y en el cuarto se iluminó con una luz cegadora que me produjo paz y una sensación de seguridad que nunca había sentido, yo veía como las lanzas y las espadas se levantaban en contra de esas cosas horribles y negras. La luz hizo el resto y todos los seres obscuros se desvanecieron. Lo siguiente era caos en la habitación, el maestro rezaba frenético y lanzaba líquidos por todos lados. Cuanto todo volvió a la calma el maestro intentó reclutarme para la congregación; ya que la medium anterior se había ido al temer mis alcances.
 Yo en todo momento me negué a participar de todo eso, el se molesto y me dijo que si no lograba controlar mis dones me iría mal en la vida. Afortunadamente no fue así. Sin embargo me sucedieron muchas cosas a lo largo de mi vida que nunca pude explicarme. Mi vida y la de mi familia siempre estuvo y estará rodeada de cosas sobrenaturales. Acerca del ser obscuro que me tentó apareció después; pero ese será motivo de otro relato. Gracias por su atención.